martes, 28 de agosto de 2012

San Benedetto in Piscinula



Cerca del Ponte Cestio, en una de las zonas del Trastevere que mejor conserva su sabor medieval, al fondo de la Piazza in Piscinula (00153 Roma), en el nº 40 se yergue la pequeña Chiesa di San Benedetto in Piscinula, también llamada localmente San Benedettino, para distinguirla de las de Santi Benedetto e Scholastica y San Benedetto fuori Porta San Paolo (1926). 
Santi Benedetto e Scolastica

San Benedetto fuori Porta San Paolo
El topónimo de la plaza, así llamada desde el siglo XII, proviene de estar abierta sobre unos baños públicos de los muchos que había en Roma, con bañeras (piscinulae), de los que ya no queda ni rastro, aunque todavía eran visibles en el siglo XVIII en las inmediaciones del templo. Tiene muchas variantes en los documentos históricos: Piscincola, Piscina, Pisciolis, Piscicolis, Pisciola, Piscicola (el primero citado todavía se puede encontrar).
El título de la iglesia está ligado a la biografía del Santo Patrono de Europa. Según una piadosa leyenda, la presunta casa paterna de San Benito, la domus Aniciorum, la residencia de los Anicii, a los cuales es dedicada la Via Anicia cercana, se encontraba en este lugar del Trastevere, y sobre sus ruinas, en el 543, se habría edificado la primera iglesia.
Es cierto que uno de los más antiguos testimonios iconográficos del santo patriarca del monacato occidental, se encuentra en el Trastevere, concretamente en los subterráneos de la Basílica de San Crisógono, restos del primitivo templo que se remonta al siglo V: son unos frescos que se datan en los siglos IX-X.
La noticia de la venida a Roma de San Benito la encontramos en los Diálogos de San Gregorio Magno, casi contemporáneo del santo. Nacido en Norcia (Nursia) el 470 de rica familia, Benito llega a la Ciudad Eterna entre el 485 y el 490, para proseguir sus estudios superiores, pero poco después abandonó la urbe para dedicarse completamente a la vida contemplativa.
 

Hasta el siglo XII no hay mención alguna de una casa paterna en Roma en la que el santo habría habitado y donde se habría levantado la iglesia. Quizá el incluir a Benito en la familia romana de los Anicii se deba a un error de interpretación documental. Pedro Diácono, en el siglo XII, en su Liber de Viris illustribus transmite los nombre de los padres de Benito; el del padre, Euproprio, en el Chronicon Sublacense viene modificado en Proprio, y de ahí en Petronio, e identificado así con Anicio Sexto Petronio Probo. La presunta pertenencia del santo a tal familia aparece en las fuentes históricas sólo desde el siglo XV, muchos siglos después de los sucesos.
Tal convicción fue fuertemente sostenida a principios del siglo XVII por el Cardenal Constantino Caetani, hasta el punto de identificar el angosto ambiente de la iglesia de San Benito con la celda habitada por el santo más de diez siglos antes. 
En la iglesia, a la izquierda del atrio, se muestra, como veremos, una estancia donde habría vivido el futuro monje antes de convertirse en un eremita, y en donde rezaría a la Virgen.
Las noticias ciertas de esta pequeña iglesia, ya no fundamentadas en tradiciones o leyendas, son escasas. Se cita, en 1192, en el Liber Censuum de Cencio Camerario (el futuro Honorio III Savelli, elegido Papa en 1216) como San Benedetto de Piscina
Cencio Camerario, Honorio III, autor del Liber Censuum

Por la estructura muraria y algunos capiteles de la iglesia parece ser que debió edificarse allí una capilla en el siglo VIII, de la restauración y ampliación de la cual, después del saqueo de Roberto Guiscardo en el 1084, surgiría la iglesia actual. 

El campanario se remonta al siglo XI, el más pequeño de Roma en su estilo, con dos campanas, una, minúscula, de 45 cm. de diámetro, que tiene el año 1069 grabado en ella, por lo que sobrevivió al saqueo normando citado del 1084. Es de planta cuadrangular, y levantado en ladrillo, dividido en dos planos por una simple cornisa a diente de sierra. En el superior se abren pequeñas bíforas sostenidas por una columnilla. Fragmentos marmóreos de variada forma y color decoran su frente. Una segunda cornisa separa el conjunto del ático superior, sobre el que apoya el techo a cuatro aguas muy pronunciadas. 


Fue elevada a parroquia en 1386, y lo fue hasta 1824. Al serle otorgado el carácter parroquial, obtuvo el derecho a tener cementerio adyacente, que perduró hasta la ocupación francesa de finales del siglo XVIII, en que fueron eliminados algunos de dentro de los muros de la ciudad. La feligresía siempre fue escasa y pobre, y estaba rodeada de muchas otras iglesias.
La techumbre fue restaurada en 1412 a consta de Giovanni Castellani (cuya antigua y noble familia poseía el palacio vecino).
Modificada la iglesia en muchas ocasiones, en 1678 fue rehecha la fachada, que incluyó en ella el nártex y fueron construidos, a los lados, el Colegio de San Anselmo, para benedictinos transeúntes en Roma, y un hospital que funcionó hasta que Filippo Raguzzini, por encargo de Benedicto XIII Orsini construyó en 1726 aquél más amplio dedicado a Santa María y a San Gallicano, ambos edificios desaparecidos.


Ospedale di San Gallicano

A costa de un párroco, Antonio Veraldi Angelo Calabrese, en 1687, se estucó la fachada y se decoró con frescos. En 1691 fue encargado el monumento funerario en memoria del Abate Giacomo De Petris en el ábside. Éste mecenas también proporcionó una nueva entrada grande dentro del nártex.
En 1728 el sacerdote Antonio Piervenanzi proveyó la ampliación de la adyacente casa parroquial. El once de noviembre de dicho año la iglesia, después de reparársele la cubierta, fue consagrada por Monseñor Giuseppe de Saporitis y Cerrado, Visitador Apostólico y, como recuerdo del suceso, fue colocada una lápida en el pórtico de la iglesia.
Al experimentar la orden benedictina un resurgimiento por esta época, tras el estado de postración que le había provocado el periodo napoleónico, muchos religiosos de ella se preocuparon por el futuro de la iglesia, destacándose Pietro Casaretto, fundador de lo que es ahora la Congregación de Subiaco.


Lo mismo hizo el Cardenal Antonio Tosti, que patrocinó el proyecto de la restauración integral ante el Vaticano.


El uno de noviembre de 1824, por bula del Papa León XII Sermattei della Genga, fue suprimido su carácter parroquial y trasladado a Santa Maria della Luce. El censo parroquial de ese año incluye quinientas una personas en ciento diecinueve familias; de ninguna manera la parroquia más pequeña de Roma, pero sí de las zonas más deprimidas de la ciudad. Los vasos sagrados fueron transferidos a la iglesia de Santa Maria della Pace.
Durante un decenio la iglesia sufrió tal abandono que fueron necesarios dos restauraciones: una primera, en 1835 y una segunda, en 1844, gracias a las subvenciones de la familia Massimo. Carlo Massimo había fundado una escuela aquí en 1819 seguramente en el edificio del antiguo colegio benedictino, y su familia, de la nobleza local, se hizo cargo de la iglesia. La primera campaña de restauración fue en 1835, pero en 1844 fue la importante. La iglesia se reabrió en 1855.
Las obras, encomendadas al arquitecto Pietro Camporese el Joven incluyeron la fachada actual de la iglesia, con portada arquitrabada rematada en cornisa sobre volutas, luneta y tímpano, muy similar a la de San Pantaleo, aunque conservando afortunadamente sin modificación el campanario románico. 
Foto antigua
 Fue añadido un nuevo altar donado por el Cardenal Tosti.
Parece que la iglesia se cerró de nuevo en 1910 como la escuela contigua, al perder el interés la familia Massimo. Todavía tuvo otro remozamiento en 1929 cuando la familia Lancellotti, heredera del patronato de la familia Massimo, se hizo cargo de su mantenimiento, pero sólo fueron capaces de ello hasta 1939, en que fue devuelta a la Diócesis.
El veintiuno de marzo de 1939, tras la renuncia al derecho de patronato de la familia Lancellotti, la iglesia fue reabierta al público y restaurada e costa del Vicariato de Roma. Del 1941 al 2002 la iglesia fue sede de una comunidad religiosa femenina de vida activa, el Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, pero desde el 2003 el Vicariato di Roma la transfirió a la custodia de los Heraldos del Evangelio, una asociación internacional de Derecho Pontificio de origen brasileño.

Éstos emprendieron una completa restauración, efectuada entre el 2002 y el 2007, pretendiendo repristinar el ambiente medieval, eliminando añadidos dieciochescos y dejando a la vista los muros medievales y unos frescos muy interesantes.
A la iglesia se ingresa a través del nártex, que se añadió a finales del siglo XIII, como la Capilla de Nuestra Señora, a la izquierda, que comunica con éste y con la celda de San Benito. 
La celda del santo, que se encuentra a la izquierda de ese atrio, tiene acceso directo desde aquí a través de la capilla citada o por una puerta abierta en la nave izquierda de la iglesia.
El acceso a la Capilla de la Virgen es medieval, y tiene dos delgadas semicolumnas con capiteles corintios sobre las que descansa un dintel rematado en cornisa, enmarcado en un arco de descarga del muro. El dintel está decorado con un friso de mosaicos cosmatescos. 

El oratorio es de planta trapezoidal con bóveda de crucería que apoya sobre cuatro columnas de alto plinto con capiteles medievales del siglo VIII, construido en torno al siglo XIII.


A la izquierda de la puerta de la capilla hay una lápida pétrea en italiano recordando la concesión de indulgencias a los que oren ante el icono en la capilla, datada en 1854. Recitando las Letanías de Nuestra Señora se ganaba trescientos años de indulgencia con una adicional de cien días si re rezaban tres avemarías por la conversión de los pecadores.

Su altar, consagrado en 1604, provisto de una bella lápida de pórfido de tipo cosmatesco en su frontal, cobija una Virgen con el Niño, el cual sostiene una pequeña cruz, llamada Madonna della Misericordia, un fragmento de fresco del siglo XIV particularmente venerado porque se creía popularmente que ante él venía a orar San Benito, y del que habría recibido la invitación de fundar su orden.

Está flanqueado por dos columnas dóricas de mármol gris veteado, sobre las que apoya un frontón rectangular. 
De este oratorio se accede por la derecha a una celda muy estrecha y oscura de unos cuantos metros de largo y poco más de uno de ancho, pero parece que originalmente era de mayores dimensiones, menguadas quizá por la construcción de una casa a la izquierda de la iglesia, que la tradición hace remontar a la habitación y el lugar de penitencia del joven santo. 

En su interior se puede leer: “Estos ladrillos, parte de los antiguos muros sobre los cuales fue construida la iglesia, son los únicos restos visibiles de la Domus Aniciorum, unicos testimonios de la presencia, en torno al 495 d.C., de un joven de familia patricia llamado Benito, el cual se trasladó de Norcia a Roma, según la costumbre de la época, en orden a prepararse para la carrera senatorial. De aquí partió para Affile, ciudad donde tuvo lugar su primer milagro conocido. Se trasladó después a Subiaco, donde inició la sublime aventura contemplativa de la familia benedictina, convirtiéndose, de esta manera, para la posteridad, el Santo y Glorioso Patriarca del monacato occidental”.

El interior de la iglesia, del siglo XII, de planta basilical, se distribuye en tres naves asimétricas comunicadas por cuatro arcadas a cada lado sobre columnas y capiteles de orden jónico y corintio de acarreo, de diferente material, mármol y granito, de los primeros siglos del Imperio. 
Los muros son oblicuos. 

El pavimento, cosmatesco de la misma época. Éste tiene la importancia, de entre los que podemos ver en Roma, de haberse conservado casi en su estado original, aunque por este motivo se ve en cierta medida deslucido, ya que las piezas de mármol se han desgastado y agrietado con el tiempo, y muchas de las piezas incrustadas se han perdido y han sido sustituidas con cemento. Los trozos de mármol amarillo son giallo antico de Argelia, los de mármol rojo son pórfido imperial del desierto occidental de Egipto y los de color gris oscuro son serpentino de la griega Esparta. 



En el muro de la cabecera se abre un ábside semicircular rematado por un cuarto de esfera, sin separación de presbiterio. La cubierta está a la luz, pues carece de techo, y probablemente nunca lo tuvo.

 
Los muros perimetrales exhiben fragmentos de frescos del siglo XII que han sido conservados en la última restauración; el de la derecha muestra escenas del Antiguo Testamento, y el de la izquierda del Juicio Final. 


Hay un notable fragmento de Santa Ana con la Virgen y el Niño.
 

Hay también uno de la Virgen con el Niño, entre San Pedro y San Pablo.

El ábside contiene maltrechos frescos del siglo XVI de estilo veneciano. Los dos santos de los lados son San Antonio Abad y San Lorenzo Mártir. 


En el medio, bajo el icono de la Virgen del Siglo XIV, es exhibido un fresco medieval de San Benito joven, que fue robado durante la anterior etapa de residencia de las hermanas carmelitas, pero que los Heraldos pudieron recobrar tras una operación policial. 

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